La palabra favorita


Lo mío, lo mío, son las palabras. Tratándose de poesía amorosa, una encuentra que el nombre del ser amado se convierte en la mejor palabra que puede existir. Sus letras, vocales y consonantes, contienen el universo. Esta idea ha navegado en mis poemas desde hace años.

Ya en el #LetrasDesAmorDazadas (2009) aparece «Gula», un poema que juega con la imagen del nombre del ser amado en la boca.


«Tu nombre aquí», de "Piromanía y otros delirios" (en #A4Fuegos, 2011) retoma esa idea, sin embargo mantiene la palabra en incógnito.



En #NombrarloTodo (2015) incluyo el poema «Voz» que vuelve a la idea del nombre, de pronto como única reminiscencia del amado, pero que -al pronunciarlo- lo vuelve asequible.


También en #NotasAlPie (2017) con «Lo decible y lo mostrable», citando a Wittgenstein; el nombre del amado, como palabra, aparece y existe al nombrarlo (en los límites del mundo de quien le ama).



Y, bueno, en #RómpaseEnCasoDe el nombre vuelve en el poema «Su nombre en la punta de la lengua»... porque cuando el amor, no existe mejor palabra que su nombre y a él te aferras "...por untuoso y dulce / y terriblemente acre."

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