Fragmento

de la presentación de Notas al pie, por Hugo César Moreno Hdz.


"...sólo alguien tan ñoño como Mónica podría descubrir el desfiladero amoroso en lecturas de George Herbert Mead, ilustre miembro del interaccionismo simbólico, donde la persona, el mí, el yo y el otro están tan fríos como la ausencia de un beso.Pero Mónica no sólo es ñoña, es amorosa hasta el desastre (lo digo tras su lectura, no por conocimiento de causa) y es por eso que logra tergiversar del texto una mirada hacia el sexo de los teóricos, porque claro que Bauman tenía testículos, en su libro sobre el holocausto deja ver el bulto cuando habla de su esposa y permite una rendija desde donde se logra percibir que de ella no sólo salían proyectos intelectuales. Algo de semen fuera del pesimista se antoja posible.Ella sabe que si “somos tan textuales” y “andamos la vida exponiendo el texto”, algo, alguna lágrima, una perla seminal, un flujo vaginal, un deseo de cuerpo queda siempre como nota al pie, o como procrastinación para cuando uno se merezca retozar junto a un cuerpo y se le dedica, por lo bajo, como criminal, que esto es para “deificar tu texto”, esta nota al pie escrita entre las ingles. Pero no se trata sólo de escapar del texto hacia el cuerpo, sino también de ir del cuerpo al texto. Entonces es posible decirle al otro, ya al momento de fumar los cigarros: “Lo confieso: mis intenciones contigo son textuales”. El cuerpo se hace texto porque el cuerpo siempre es la escritura de una mirada, de las caricias. “Ah, si no fuera porque, por ´la carne también se llega al cielo´. Por tu carne, al menos. Lo sé”. Y cuando nomás no se puede, siempre hay una alternativa textual, escribir la fantasía y ser el mejor amante y enviar una misiva, una invitación, una insinuación y si la cosa se concreta y “la película no superó al texto”, sin llorar, a reescribir."
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