De Chihuahua a Mochis, en el Chepe, la muchacha..*

I
Mujer que viaja sola, sin miedo a las alturas.
[para salvoconducto: los sueños, el deseo, la sonrisa... ¡y ya!]


Mujer que viaja sola: cuerpo nómada en el ejercicio del derecho constitucional
al libre tránsito... 


                           (volar, también, es un acto político).




II

Quisiera contarles lo que veo:
la tanta belleza
agolpándose contra mis pupilas.
El tamaño de mi asombro —del color del horizonte.
Cada diminuto árbol que, a la distancia
se vuelve mullida falda de los cerros.
La serie de estacas
—de todos tamaños y grosores— que
alineadas nos ven pasar.
Ruinas de viejas estaciones
durmientes roídos.
Niños corriendo
a la orilla del arroyo, con su perro.
Y el tan todo verde,
hasta donde alcanza la vista.


Imágenes tajantes:
lo mismo que el arroyo
que corta la colina,
la rompe,
interrumpe su verdor
—cuchillo de agua—
de tajo.


Flores diminutas que le añaden tinte
colorido (amarillo, magenta, naranja)
al paisaje verde.


Estacas, más estacas y alambre de púas.
Arroyos que invitan a meter los pies
¡los pinos!




III 

Todo mundo debiera viajar en tren. En este tren. Algo de nostálgico tiene, de otoño memorioso. La sensación de que el bosque, desde afuera, te adivina el pensamiento.




IV


Mujer que viaja sola
atravesando territorios,
adueñándose del horizonte


sí, proclamo todo ésto
es mío.





V

Mujer que viaja sola
sin miedo a las alturas
viajera silenciosa
—ruidosa por dentro—
con el asombro desbordado
en la mirada.


Una puede fácilmente
enamorarse de lugares así.
Una puede dejar que el cordón
que la une a tierra firme
se enrede en el camino

—se rompa—

Una sabe, sin embargo
la ruta de emergencia, 

                                    para volver.


* Poemas escritos en septiembre de 2013,
como parte de la crónica de viaje
atravesando Chihuahua, en el Chepe.

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